jueves, 5 de agosto de 2010

¿Somos autistas para la ética y la ciudadanía? (1)

Una nota "viejita":
Esta mañana acabando de despertar, prendí la televisión para más que ver, escuchar las noticias. Sin embargo, después de escuchar las primeras palabras, puse toda mi atención. Estaba el anuncio de la detención del "Tysson" (ignoro si se escribe así). Su currículum delictivo es de terror, violencia, emboscadas, asesinatos. Una característica especial es que antes de ser un "delincuente profesional" trabajó como policía. Conforme escuchaba, sentía cómo mi estómago se revolvía y la piel se me ponía "chinita". En algún momento pusieron en pantalla al mencionado delincuente el cual iba vestido de azul, buena ropa, una mirada distante y me atrevería a decir que fría (meras apreciaciones mías). Me pregunté, como seguramente muchos otros, en qué momento una persona pierde el rumbo de esta manera, ¿historia, genética, biología, olvido, resentimiento? ¿todo a la vez?
¿Qué tanto nos hemos acostumbrado a ver este tipo de noticias y ya? No este el tipo de seres (con todo no pierden su naturaleza de "persona humana") que hacen falta sobre la faz de la Tierra; desaparecerlas tampoco es la opción. ¿Cuántos seres como el "Tysson" están a nuestro alrededor e incluso llegamos a interactuar con ellas sin imaginarnos siquiera de quién se trata? ¿En qué medida, por temor, por indiferencia, por hábito, poco a poco nos vamos convirtiendo en autistas, obligándonos a "mantener absolutamente estable nuestro entorno" aunque ello implique cerrar los ojos y tratar de seguir adelante?
Es un hecho que la violencia genera violencia; la injusticia, inequidad, dolor y abandono. Tendríamos que dejar de ser autistas de la ética y la ciudadanía para hacer que las cosas cambien por  nuestras pequeñas y tal vez grandes acciones. Tendríamos que aprender a mirar de manera diferente y recuperar nuestra capacidad de asombro ante el bien, nuestra práctica cotidiana del bien, nuestra búsqueda constante, como individuos y comunidad, de la felicidad.
Se dice que nadie dijo que la vida fuera fácil pero que a la vez es maravillosa, para que esto resulte así, tendremos que dejar de lado la visión puesta en el tener y más bien centrarla en el ser. Necesitamos mirarnos y reconocernos en el otro. No tener miedo de definir una postura y sostenerla o, por lo menos, dominar el miedo para alimentar el bienvivir y el bienhacer.
Además de autistas, podemos ser sordos y ciegos; pero como no sabemos de esto, entonces seremos lo que no son los reales invidentes y sordomudos, insensibles. He comenzado a dar mis primeros pasos para aprender Brayle y a cada puntito que marco, no dejo de sorprenderme. No dejo de pensar en lo insensibles que son mis manos y no logro imaginar todavía cómo haré para leer con las puntas de mis dedos ¡son tan insensibles! Proyecto aprender también el lenguaje de los sordo-mudos y me sobrecoge la idea de que deberé aprender a sentir de manera diferente también en mis manos y a mirar distinto con mis ojos. Confío en que una vez que lo logre, pueda ganarme el derecho a penetrar en un mundo al que pocas veces nos acercamos y al mismo tiempo, superar el temor a lo desconcido y poder actuar. No quiero ser autista ética y ciudadana. No quiero ser ciega, ni muda no sorda a la realidad que me rodea, porque si así me sucediera, creo que perdería la razón de ser de estar aquí y ahora.

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(1) Definición de AUTISMO según la RAE, (Del gr. αὐτός, uno mismo, e -ismo). 1. m. Repliegue patológico de la personalidad sobre sí misma. 2. m. Med. Síndrome infantil caracterizado por la incapacidad congénita de establecer contacto verbal y afectivo con las personas y por la necesidad de mantener absolutamente estable su entorno. 3. m. Med. En psiquiatría, síntoma esquizofrénico que consiste en referir a la propia persona todo cuanto acontece a su alrededor.

Hoy jueves 5 de agosto, actualización de la "nota viejita"
He vuelto a leer las líneas que escribí hace algunas semanas y pienso que después del "Tysson", ya han habido muchas más detenciones y muertes. Ya han pasado las elecciones del 4 de julio dejando un sabor más que de amargura de impotencia ante la impunidad y la falta de transparencia.
Continúan los reclamos por el derrame petrolero en el Golfo de México, siguen las luchas entre partidos, no se detienen los reclamos en contra de la violencia, escuchamos del fraude acerca de los créditos en FOVISSTE, más bien los oímos y pasaron de largo. Mataron a un delincuente en Jalisco clave para obtener información. Etcétera, etcétera, etcétera... sólo encuentro algunas miradas inquisitivas, comentarios mordaces y entonces me pregunto, ¿qué estamos haciendo? Sólo guardando silencio, mirando de lado y guardando silencio. ¿Autistas para la ética y la ciudadanía?
Dentro de mí viven la impotencia, la preocupación, las ganas de luchar, las ganas de trabajar y de encontrarme con más personas (que ya existen muchas más y mucho más altas que yo en estos temas y actividades por su alcance humano, por su valor, por mostrar sus convicciones) para que multipliquemos. Mucho por andar, mucho por pensar, decir, hacer.
A pesar de todo, tengo fe en que podemos tener una mejor ciudad, un mejor estado, un mejor México, un mejor mundo. Darse pon vencido y permanecer ciegos y mudos no harán mejor a este mundo. Gracias a quien lea esta nota, especialmente si decide, por lo menos, plantearse la posibilidad de no permanecer en el silencio y en la ceguera.

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