Este es un blog a través del cual busco construir espacios de reflexión acerca de diversos contenidos de carácter académico que tengan como reto principal, relacionar conocimientos específicos con la reflexión ética y la vida ciudadana.
sábado, 30 de octubre de 2010
Memoria y Tolerancia
Hay días en que la vida nos soprende con sus pequeñas y grandes cosas. Hay días en que los pensamientos y las emociones se entrelazan. Hay días en los que la tristeza, la compasión y la esperanza, llegan a un mismo punto. Hay días en que, sencillamente, dejarse sorprender, es la oportunidad para detenernos, reflexionar y recomenzar.
Antier comencé a escribir una entrada para el otro blog, era una crónica que pretendía contar un viaje de trabajo a Monterrey. Esta mañana, volviéndola a leer, no era otra cosa más que una larga lista de quejas buscando describirlas con humor para que no resultara en sólo quejas. Entonces, decidí borrarla, el punto no es quejarse, es actuar.
Ayer fui a conocer el Museo Memoria y Tolerancia, que antes de ir me tenía intrigada e inquieta por los temas que ahí se muestran. Ayer, con emociones encontradas, hice mi primer recorrido. La memoria, siempre he pensado que es vital en la existencia de las personas; la tolerancia, he debido aprenderlo al paso de los años, también. Tristemente, por una u otra razón, nos resistios a tener memoria y no sabemos realemente, de qué va la tolerancia, de tal forma que la atropellamos una y otra vez, en pequeña y en gran escala, a propósito no enuncio matices, sólo extremos.
Estoy convencida de que la memoria nos enseña a andar, a dar inifinidad de significados a las pequeñas y grandes cosas que nos suceden a lo largo de la vida. Desde mi pequeña ventana, yo he sido intolerante conmigo primero y con los demás, después. No se tiene que ir a una guerra para ser intolerante, basta un comentario negativo, participar en murmuraciones o chismes, contando historias "chistosas" que por ser "chistosas", discriminan y ofenden la dignidad humana.
La memoria nos muestra lo mejor y lo peor de nosotras las personas. La memoria nos permite transitar hacia la búsqueda del bien común, especialmente, cuando va acompañada de la tolerancia y todo lo que ella conlleva. El olvido nos condena a andar un camino cuyo fin es obscuro y frío. La memoria, nos brinda la oportunidad de hacer un alto en el camino, replantearnos a dónde pretendemos llegar y, especialmente, a actuar.
La memoria histórica nos conecta, como individuos y como sociedad, al pasado desde el más profundo respeto. Nos conduce a preservar aquello que nos hace ser y respetar desde la existencia del otro. A definir las personsas que queremos o no queremos ser. La memoria histórica nos vincula a lo que amamos y a lo que odiamos, a lo aceptable o a lo inaceptable; nos obliga, irremediablemente, a tomar conciencia y a reconocer porqué la indignidad no es viable.
Y, ¿la tolerancia? nos regala la posibilidad de ser personas, en tanto los demás también lo son. La tolerancia demanda ser capaz de mirar al otro desde lo que es, aceptarlo con lo bueno y lo malo, además de aprender a convivir en la diferencia. La tolerancia, muchos lo han escrito ya, no es soportar a quien no nos agrada. La tolerancia es dar respeto, ser responsable, dar confianza y confiar, es luchar por la dignidad humana.
La tolerancia nos obliga a reconocernos, a recuperar nuestra memoria histórica con el fin de tenerla presente y comprender al menos parcialmente cómo es que nuestra época se ha definido con las características que tiene. La tolerancia nos permite encontrar razones que inspiren la búsqueda constante de ser mejores sin comprometer la dignidad personal ni la del otro.
El Museo Memoria y Tolerancia, desde mi punto de vista, es un regalo que primero se debe descubrir haciendo un recorrido general y luego, conocerlo a profundidad en tantas visitas como sean necesarias. Sus posesiones en términos de objetos, no es muy grande (cierta estoy de que seguirá aumentando), sus recursos a partir del manejo de la información y del aprovechamiento de la tecnología, son magníficos. El edificio, es un privilegio para la vista y el sentido del espacio, es un privilegio que México tenga un lugar como éste.
Se de lo que hace la Fundación Simón Wisenthal con sus museos de la tolerancia en Los Ángeles y, recientemente, en la ciudad de Nueva York, y de su museo en Israel. Por ignorancia, desconocía que en México, existe una organización que ha trabajado para tener un Museo de o para la memoria y la tolerancia. Fue inaugurado no hace ni un mes. Ahora que lo sé y he visitado este lugar, doy gracias y oro porque muchos, muchos mexicanos niños, jóvenes, maduros y ancianos, caminen este lugar y asuman una nueva actitud ante la vida, de una manera definitiva. Creo que sería la mejor recompensa para quienes han hecho esta apuesta tan importante por la tolerancia y una de las mejores formas para reconstruir las heridas de este amado país.
Con un nudo en la garganta y los ojos anegados, anduve sala por sala... he compartido a mis alumnos que para mí, el miedo más grande es la guerra. Ayer aprendí que no es indispensable una guerra para ser intolerantes, lo somos de manera irreflexiva, una y otra vez. Lo somos de manera consciente cuando atropellamos a la razón y al sentimiento. Ayer aprendí que mi miedo tiene razón de ser y que por eso, debo trabajar muy duro, tener una causa de vida, actuar en la conciencia de lo que no quiero ser y los ideales (no están pasados de moda) que rigen mi existencia. Ayer aprendí que la indignidad tiene muchas caras y que en el día a día podemos movernos dentro de ella, creyendo que no lo hacemos. Hay que actuar y eso no quiere decir que se pierda la espontaniedad y la autenticidad.
Al llegar a la tolerancia, me animé porque confirmé que hay esperanza, encontré que no estoy perdida en lo que busco enseñar y compartir con los demás, que mi vida poco a poco, va encontrando una causa. Me animé porque entonces, lo que enseño a aprender, vale la pena; porque no soy una necia loca hablando y aprendiendo en el día a día acerca de lo que quiero ser y me gustaría que los demás vieran y encontraran como algo viable para sus vidas.
Agradezco a tantas personas, la mayoría anónimas y otras cercanas, que hacen tanto por la humanidad, por nuestra Patria Tierra , por nuestro México. Agradezco que nos enseñan la importancia del compromiso y de la necesidad de actuar. Que nos enseñan que sentaditos detrás de nuestras ventanas, será imposible aprender de la tolerancia. Que nos muestran caminos para dignificar la existencia propia y de los demás como una causa de vida.
Gracias por el privilegio de la memoria histórica y de la tolerancia. Yo estoy en pos de una causa y ¿tú?
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